viernes, 24 de febrero de 2012

A qué esperas para encenderte



En la total oscuridad, es suficiente encender una cerilla para iluminar la penumbra y dejar de mirar como un muerto viviente sombras que supones la realidad.
 Hay ocasiones en que tanto la oscuridad, como la claridad te impiden ver.
No pierdas tu tiempo delimitado, ni tu energía limitada en luchar contra la oscuridad, de la que formas parte mientras permaneces inconsciente.
Usa tu poder en encenderte internamente y evita resisgnarte e indignarte, dale la espalda al desánimo y al miedo, a la ira y a la queja. No te distraigas, no te identifiques, no caigas en la "trampa"; ni pierdas energía inútilmente en culpar o en culparte, hazte plenamente responsable de tu vida.
No participes ni colabores, no luches, en vez de ello céntrate y lleva tu luz a la oscuridad. Ofrécete incondicionalmente. Para ello, debes transcender las creencias y manifestar desde la consciencia que eres, tu amor en esta existencia temporal.
 Un fósforo o cerilla, es un algo físico, que contiene elementos que reaccionan generando energía: luz y calor. La Luz es la metáfora de la Conciencia, el Calor, el del Amor.
 ¿A qué esperas para encenderte?
Por Antonio Ruiz 

miércoles, 22 de febrero de 2012

MUJER QUE LEE.

Cuento con moraleja 


Una mañana, el marido vuelve a su cabaña después de varias horas de pesca
y decide dormir una siesta. Aunque no conoce bien el lago, la mujer decide
salir en la lancha. Se mete lago adentro, ancla y lee un libro..
Viene un Guardián en su lancha, se acerca a la mujer y dice:

'Buenos días, señora. ¿Qué está haciendo? '
- Leyendo un libro- responde ella (pensando '¿No es obvio?')
-Está en zona restringida para pescar- le informa Él.
- Disculpe, oficial, pero no estoy pescando, estoy leyendo.
-Si, pero tiene todo el equipo, por lo que veo, podría empezar en
cualquier momento, tendré que llevarla y detenerla.
- Si hace eso, lo tendré que acusar de abuso sexual- dice la mujer...
-Pero ni siquiera la toqué !!! - dice el guarda.
- Es cierto, pero tiene todo el equipo. Por lo que veo, podría empezar en
cualquier momento.
-Disculpe, que tenga un buen día, "señora", y se fue....



martes, 21 de febrero de 2012

Delicado



Caricias delicadas inundan mi vida
Caricias de colores en todo lo que miro
Caricias de olores de los diferentes aromas que nos ofrece la Creación y la creatividad humana
Caricias de sabores que nos atrapan una vez probados
Caricias del aire que a veces acaricia alentándote a las más sutiles ideas y otras veces te paraliza con su bocanada impetuosa a que no avances hasta su próxima caricia
Delicadas caricias deberíamos regalar al niño recién nacido 
para que en su madurez pueda devolver ese precioso regalo
allá a donde vaya, que a su vez, le será devuelto multiplicado en cada momento que compondrá su maravillosa Vida





sábado, 18 de febrero de 2012

La ranita que no sabía que estaba cocinandose …



 
Imagínate una cacerola llena de agua fría en la cual nada tranquilamente una pequeña ranita.

Un pequeño fuego se enciende bajo la cacerola, y el agua se calienta lentamente.

El agua despacio, despacio se va poniendo tibia, y la ranita encuentra esto más bien agradable, y continúa nadando.
 
 
 
 
La temperatura del agua sigue subiendo...
Ahora el agua está caliente, más de lo que la ranita pueda gozar, se siente un poco cansada pero no obstante eso no se asusta.

Ahora el agua está verdaderamente caliente y la ranita comienza a encontrar esto desagradable, pero esta muy debilitada, entonces soporta y no hace nada.



 

La temperatura continúa subiendo, hasta cuando la ranita termina simplemente... cocinándose y muriendo. 








 Si la misma ranita hubiera estado metida directamente en el agua a 50 grados, con un golpe de sus patas inmediatamente habría saltado fuera de la cacerola. 




Esto demuestra que, cuando un cambio viene de un modo suficientemente lento escapa a la conciencia, y no provoca en la mayor parte de los casos ninguna reacción, ninguna oposición, ninguna revuelta…
Si miramos lo que sucede en nuestra sociedad desde hace algunas décadas, podemos ver que estamos sufriendo una lenta deriva a la cual nos estamos habituando.

Una cantidad de cosas que nos habrían hecho horrorizar 20, 30 o 40 años atrás han sido poco a poco banalizadas, y hoy preocupan apenas, o dejan directa y completamente indiferente a la mayor parte de las personas.

En nombre del progreso, de la ciencia, y del aprovechamiento, se efectúan continuos ataques a las libertades individuales, a la dignidad, a la integridad de la naturaleza, a la belleza y a la felicidad de vivir.

Lentamente, pero inexorablemente, con la constante complicidad de las víctimas, inconscientes, o quizás incapaces de defenderse.
Las negras previsiones para nuestro futuro en vez de suscitar reacciones y medidas preventivas, no hacen más que preparar psicológicamente a la gente para aceptar las condiciones de vida decadentes, y también dramáticas.

El martilleo continuo de informaciones por parte de los medios satura los cerebros, que no están ya en condiciones de distinguir las cosas.
Cuando hablé de esto por primera vez, era pensando en el mañana... 
 
 
¡¡¡ Ahora es para HOY !!!


Entonces, si no estás como la ranita ya medio cocinad@, da un saludable golpe con tus patas ¡antes que sea demasiado tarde!


ESTAMOS MEDIO COCINADOS, ¿ O NO ?
 
 
 
 

miércoles, 15 de febrero de 2012

Lo que quiero ahora



Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.